Estaba asaltando una joyería cuando de repente entraron dos policías armados, uno de ellos me gritó que soltara el arma, mientras el otro me apuntaba.
Yo nervioso con el arma en las manos y con los bolsos llenos de joyas no sabía que hacer. Los policías trataban de convencerme que me entregara porque así sería menos la pena para mí, pero en un momento de distracción salió disparada una bala, ahí me di cuenta de que había matado a uno de los policías. Por este hecho fui a juicio por homicidio de primer grado y recibí cadena perpetua.
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