lunes, 1 de junio de 2009

El Café de los ‘80 Sonreí, y lo mire con ternura. El bebía su taza de café caliente doble en esa mañana tan fría de otoño. Habíamos encontrado un bar que nos agradó bastante, porque era acogedor y abrigado, pese a las paredes de cristal que poseía. Colgados de las paredes, se veían propagandas viejas de marcas conocidas, y fotos de automóviles clásicos que seguramente tenia mas años que el hombre que nos había servido en ese día. Como no teníamos demasiado dinero, ni demasiada hambre; y yo había comido algunas galletitas antes de salir, pedimos tan solo un café y un submarino. Yo detesto el café, pero amo el chocolate. Eso es algo que siempre le repito, porque cuando pedimos algo de tomar yo contesto con la misma frase: “No me gusta el café”. Luego de que entráramos, empezaron a sonar temas viejos de rock nacional que solo el conocía. En realidad la que no sabía nada de rock nacional era yo. Yo le preguntaba por el nombre de la canción, el artista, de que año era, y el siempre sabia que responder. Y eso no me molestaba, me agradaba que supiera mas que yo, algo de el seguramente aprendería. No tardo en darse cuanta de que lo observaba con curiosidad infantil, y me arrojo una señal inconfundible de que se había dado cuenta de que estaba allí, un pequeño resoplido alcanzo para apartar mis ojos de el, y concentrarme en mi submarino. Tome la copa con las manos heladas, y disperse el calor del chocolate hirviendo para no quemarme los labios al beberlo. Bebí un sorbo que me devolvió la sensación de poder moverme. Aquella que había perdido mientras caminábamos de la mano por la ciudad. No supe por que, pero ese día lo sentí mas cerca mío que antes. Seguro era por que el frio nos había prácticamente obligado a juntarnos mas, o porque simplemente no queríamos estar lejos del otro. Rodeada de esos pensamientos, seguí tomando mi chocolate con tranquilidad, por que me hallaba tan cómoda que no tenia ganas de levantarme de ahí. Continúe recorriendo el lugar con mis ojos, tratando de no perder detalle de ese día. Y cuando termine mi submarino, lo miré de nuevo, como preguntando si estaba bien. El no es de interpretar bien esas señales, así que me vi obligada a preguntarle con palabras. Contesto con un seco si, y esta vez fue el quien se quedo perdido entre las paredes del bar. Con disimulo, estire mi mano sobre la mesa doble que compartíamos enfrentados, y con la cabeza gacha, volví a estrechar sus manos, dispuestas al costado de su café. El no me dijo nada, ni me miro, ni me dio ninguna señal más allá de un gruñido, que yo bien sabia que significaba “gracias”. María Florencia Saravia, 4to A Francisco me menciono que se hacia dificil de leer. Asi, que hice unos pequeños cambios en el tema de los parrafos, espero que ahora les sea mas sencillo leerlo. n.n

4 comentarios:

Blog de 4º dijo...

Tus textos son excelentes Flor. Se te nota la práctica del oficio de escribir. Tal como acordamos, lo trabajaremos juntos hasta que te deje conforme. Saludos, el profe.

Flor-Hatsu dijo...

Esta es la direccion de mi blog personal, si quieren pueden pasar a leer mas textos por Small Maiden n.n

Florencia

Flor-Hatsu dijo...

http://small-maiden.blogspot.com/

Cecilia Martínez dijo...

Flor, me encantó el cuento.
Al leerlo te parece estar en la escena. Es muy lindo, te felicito. No conocía esas dotes.
Un abrazo.
La Dire